PRÓXIMOS EVENTOS


martes, 26 de julio de 2011

Manualidad - flores con papel crepé

Aquí os proponemos más manualidades

1- Material necesario:
- Hojas de papel crepé de los colores que más os guste para los pétalos. Se pueden conseguir alegres composiciones con rojo, amarillo, y naranja, o blanco, rosa y lila.
- Hoja de papel crepé de color verde para el tallo.
- Palitos de madera.
- Pegamento, celo y tijeras.
Lo que necesitas para hacer una flor en papel

2- Lo siguiente es cortar dos cuadrados, de aproximadamente 10 x 10 cm., de los tres colores que corresponden a los pétalos de la flor.
Cómo cortar los pétalos

3- Recortar algunos flecos en los bordes de los cuadrados, de una profundidad de 1 cm aproximadamente.
Adornamos los bordes de los pétalos

4- Cortar una tira de 2 cm de ancho en el papel crepé de color verde.
Una tira para forrar el palito5- Pegar la punta de la tira de color verde a una de las extremidades del palito de madera y cubrir todo el palito hasta llegar a la siguiente extremidad. A continuación, hay que pegarlo.
Forramos todo el palito de madera

6- Pasar el palito de madera por el centro de cada cuadrado, intercalando los colores, es decir, primero el amarillo, luego el naranja y después el rojo. Repetir la operación.
Pasamos el palito por el centro de los pétalos

7- Una vez terminada de poner todos los cuadrados en el palito, se juntan las puntas de los mismos y hay que pegar la base del conjunto al palo, utilizando un trocito de celo.
Pegamos los pétalos al palito de madera

8- ¡Ya está la flor! Qué bonitas son y qué bien quedan a modo de decoración. Un consejo es hacer varias y cada una de distintos colores. Y además, pegar una hojita al palo. Ahora sólo queda ponerla en algún rincón de la casa. Se puede colocar en un jarrón de cristal, en una maceta o simplemente adornar con la flor algún rinconcito de la casa. Es una manualidad muy alegre y fácil de hacer.
¡La flor de papel está hecha!
Fuente: http://www.guiainfantil.com/1156/flores-en-papel-crepe-ii.html

jueves, 21 de julio de 2011

Web Alpino

Aquí os traemos la nueva web de alpino, donde lo más peques pueden pintar, se puede encontrar material didáctico y muchas más cosas. Pinchar sobre la imagen para acceder a ella:

Fuente: http://www.alpino.eu/alpino/

jueves, 14 de julio de 2011

Seguridad de los niños en la piscina

Los accidentes en piscinas pueden ocurrir en cualquier época del año, pero es en verano cuando los padres deben hacer énfasis en la seguridad de los más pequeños para evitar algún accidente. Las muertes por ahogamiento entre niños menores de 14 años aumentan casi un 90 por ciento en la época estival con respecto al resto del año, según la organización Safe Kids Worldwide.

El caso de una niña de 6 años, que se desgarró parte del intestino al sentarse sobre la bomba de desagüe de una piscina para niños, ha puesto de manifiesto la necesidad de incrementar las medidas de seguridad y tomar todas las precauciones posibles en lo que se refiere al baño de los niños en la piscina, empezando por la piscina de casa, dado que la mayoría de los ahogamientos entre los niños de 1 a 4 años se dan en piscinas residenciales.

Vigilancia y medidas de seguridad para los niños

Además, Safe Kids Worldwide aconseja no perder de vista en ningún momento a los menores, incluso a aquellos que sepan nada, mientras están en la piscina. Un par de segundos fuera de la vista de un adulto son suficientes para que un pequeño se ahogue. Los expertos aconsejan que, el adulto que esté a cargo de un niño, evite distraerse leyendo, hablando por teléfono o cortando el césped mientras supervisa a los menores en la piscina. Aparte esta vigilancia, también se debe implementar con otras medidas de seguridad como instalar una valla, usar flotadores o enseñar a los niños a nadar.

La instalación y el uso adecuado de una valla que rodee la piscina en la urbanización o en la vivienda podrán prevenir de un 50 al un 90 por ciento los casos de ahogamiento, según la organización. Los expertos recomiendan que ésta sea de al menos un metro y medio de altura con cierre automático fuera del alcance de los niños para mayor seguridad. Asimismo, instalar alarmas en las puertas de la casa que dan acceso al área de la piscina puede servir para alertar si los niños han salido sin su autorización. Mantener en todo momento un equipo de rescate y un teléfono cerca de la piscina para poder actuar con rapidez en caso de que se presente una emergencia, es su consejo.

Consejos para la seguridad infantil dentro del agua

Una vez ha terminado el baño, retira todos los juguetes de la piscina para evitar que tus hijos se sientan atraídos por éstos y decidan lanzarse al agua. No se debe permitir a que los niños se acerquen a los puntos de drenaje de la piscina, ya sea que estos estén cubiertos o no, ya que un pequeño descuido podría hacer que el pelo u otra parte del cuerpo del menor sea succionado y quede atascado en el agujero.

Inscribe a tus hijos en clases de natación con un instructor cualificado. Los expertos sugieren que la mejor edad para aprender a nadar es a partir de los cuatro años, pero pueden iniciarse antes y aprender técnicas que puedan ayudarles a desenvolverse con mayor seguridad en el agua. Asimismo, los expertos recomiendan no "bajar la guardia" por el hecho de que los niños sepan nadar, ya que un descuido puede ser fatal. Además, en ningún caso permitas que sus hijos corran o salten alrededor de la piscina, ya que una caída en esas circunstancias puede muy peligrosa.

Fuente consultada:
Safe Kids Worldwide

Fuente: http://www.guiainfantil.com/1008/ninos-seguros-en-la-piscina.html


lunes, 4 de julio de 2011

¿Cómo contar cuentos?



Cogemos el cuento. Lo abrimos. Primera página. "Érase una vez...". Segunda página. Seguimos leyendo. Un poco más deprisa porque ya es tarde y queremos acabar pronto. Última página. "Ya está. Se ha acabado". Cerramos el cuento y nos disponemos a dar un beso de "buenas noches" a nuestro hijo. Con un mohín en su cara nos dice: "Así no se cuenta". "¿Cómo que así no se cuenta?". Pues no. Francamente, deberíamos esmerarnos un poco. ¿Y si envolvemos la narración con algunos recursos expresivos? ¿Por qué no nos sumergimos en la historia y dejamos fascinado a nuestro hijo con las aventuras que le contemos? ¿Sabemos hacerlo?
 
Contar un cuento a nuestro hijo es como poner en funcionamiento cientos de piezas de un precioso mecanismo. Somos incapaces de explicar cómo o por qué funciona pero nos maravilla su precisión y compás. Del mismo modo, la conexión que se establece entre un adulto que cuenta un cuento y un niño que lo escucha tiene algo de mágica, pero es difícil explicar cuál es el misterio de esa unión que se establece entre ambos.
Muchos de nosotros somos narradores en potencia y, sin embargo, nos limitamos a leer una y otra vez aquellos cuentos de los que va haciendo acopio nuestro hijo, con un entusiasmo e interés que va decayendo por las dos partes.
Posiblemente esto ocurre porque nos faltan recursos, principalmente expresivos. Porque intuimos que hay algo que va más allá del relato, pero no sabemos qué es ni cómo presentárselo a ese niño que nos mira con la cabeza ladeada, agrandando los ojos y dibujando una inmensa sonrisa, dispuesto a convertirse en héroe, aventurero o mago y esperando que seamos nosotros los que le mostremos cómo hacerlo.
En ese caso, aquí van algunos recursos que, cuando menos, mantendrán viva la ilusión y la atención de vuestro hijo. Para que la próxima vez que os pida "¿me cuentas un cuento?", sintáis que se acerca ese momento maravilloso que estabais esperando.

Conocer o aprenderse el cuento Antes de que nuestro hijo nos pida que le expliquemos aquel cuento de nuestra infancia que casi no recordamos, o el que le compramos hace unas semanas y que aún no hemos leído, procuremos ponernos al día y repasarlos. Es necesario transmitir un profundo conocimiento del cuento y no interrumpir la narración porque tenemos que releer el texto o detenerla porque no recordamos el final. Debemos tomarnos seriamente el cuento, por muy absurdo que parezca o por muchas repeticiones que haya y, si no nos gusta o no nos parece adecuado, intentar sustituirlo por otro. Dediquemos algunos momentos a leer alguna antología de cuentos tradicionales o leyendas (¡nunca es tarde para refrescar la memoria!) y nuestro hijo agradecerá la variedad y riqueza de cuentos que le podamos contar.

Utilizar un lenguaje adecuado El tipo de lenguaje empleado al contar un cuento está relacionado con la edad que tiene nuestro hijo, sin embargo, en general, se recomienda que sea un lenguaje caracterizado por la simplicidad y la claridad. Eso servirá para favorecer la comprensión de la historia y evitar el cansancio o incluso el aburrimiento por parte del niño.


  • Las palabras A los niños de corta edad, es preferible contarles cuentos con un lenguaje adaptado, sustituyendo las palabras que creamos oportunas por otras más sencillas o por explicaciones, siempre y cuando no se trate de las palabras clave del cuento. Por ejemplo, si en un cuento aparece "un portón" lo sustituiremos por "una puerta muy grande"; "abalanzarse sobre" por "echarse encima de"; sin embargo, "la rueca" del cuento de La Bella Durmiente debería ser "la rueca" y no "un pincho", "una máquina para el hilo" o algo por el estilo. Tampoco debemos desaprovechar la ocasión de ampliar su conocimiento del léxico y es más fácil aprender nuevas palabras que están asociadas a algo concreto y que el niño oirá en reiteradas ocasiones, que aprenderlas de forma aislada (¿cuántas palabras no hemos "aprendido" asociadas a personajes de ficción? ¿qué nos sugiere no sólo "rueca" sino "calabaza", "gnomo", "pócima" o "hermanastra"?). Esto último es válido sobre todo a medida que el niño va haciéndose mayor y debe ir ampliando su vocabulario.
  • La pausa y la entonación Podemos utilizar la pausa y la entonación para mantener el interés y la atención de nuestro hijo. Cuando nos paramos al final de una frase o entre dos palabras, estamos indicando que lo que diremos a continuación tiene un valor o significado especiales. De igual modo, un cambio de entonación indica que aparece un elemento sorpresa que afectará al desarrollo de la historia. Por ejemplo: "la princesa abrió la puerta y entonces… vio a una ¡RANA! en su habitación". O que se ofrece la solución al conflicto que se le ha planteado al protagonista de la historia. Por ejemplo: "...y después de lo que le había pasado... NUNCA MÁS VOLVIÓ A PROBAR LA SOPA".
  • Las descripciones Las descripciones poco detalladas permiten que el niño deje volar su imaginación. Cuando contamos un cuento, es suficiente con hacer referencia a los rasgos más destacados de los elementos significativos que intervienen en la historia. Nuestro hijo puede completar el resto con su imaginación y nuestra ayuda si es preciso. Por ejemplo es suficiente decir que la bruja es fea (y no hace falta indicar que su espalda está encorvada, que tiene una nariz aguileña, que lleva una capa negra hasta los pies, etc.), o que el castillo es muy grande (y no que tiene un torreón, un puente levadizo y trescientas ventanas). Si nuestro hijo está lo suficientemente interesado en el cuento y no se imagina aquello a lo que hacemos referencia y nos pide más información, debemos proporcionársela. Por ejemplo: - ¿Cómo era la bruja?; - Era una bruja muy vieja y muy fea, que llevaba un sombrero negro acabado en punta; vivía en el bosque en una casa de madera y tenía un gato muy malo.


No interrumpir el desarrollo de la acción En ocasiones, cuando "eso" de contar cuentos no se nos da del todo mal y disfrutamos con la narración tanto o más que nuestros hijos, corremos el peligro de recrearnos en ella. Eso supone que en vez de presentar los acontecimientos uno detrás de otro, lo que da un ritmo ágil y rápido a la historia, podemos caer en la tentación de interrumpir la acción lineal para introducir acciones secundarias o descripciones detalladas de algún aspecto o personaje no significativo ni relevante para el desarrollo de la historia. Es preferible seguir el hilo de la narración, de esa manera evitaremos aburrir y confundir a nuestro hijo, sobre todo si aún es demasiado pequeño para ver la diferencia entre información principal y secundaria.

Transmitir entusiasmo Como en tantas otras cosas, debemos intentar transmitir entusiasmo en lo que hacemos. Es cierto que a veces nos decimos "¿y ahora tengo que contar un cuento, que ya he repetido mil veces, después de estar todo el día trabajando y llegar a casa agotado?" Y también es cierto que nuestro hijo notará ese cansancio y ese fastidio si no intentamos superar esa situación con un poco de ánimo. Es importante recordar lo positivo que resulta contar cuentos a menudo a nuestro hijo y la enorme ilusión que eso le supone, luego ¿qué hacer entonces? Podemos empezar simulando que el cuento nos interesa. Seguramente no nos daremos cuenta, pero llegará un momento en que el interés simulado se convertirá en auténtico interés y nuestro esfuerzo inicial nos facilitará la disposición de ánimo que tanto buscábamos.

Despertar interés Los niños, con pocas excepciones, escuchan mucho más atentamente un cuento contado que un cuento leído. Narrar un cuento permite mucha más espontaneidad que leerlo. Nuestros ojos se encuentran continuamente con los de nuestro hijo, su expresión responde a la nuestra y la relación se estrecha de manera insospechada. En ocasiones necesitamos emplear algunas estrategias para que no se rompa ese encanto o, de romperse, para restablecerlo de inmediato. La mayoría son recursos expresivos, como el uso de pausas y de la entonación, ya comentados. Sin embargo, una forma de despertar el interés de nuestro hijo es incluir su nombre en el relato y darle un papel especial e inesperado en la historia. Por ejemplo: "el lobo dejó a Caperucita en el bosque y se fue corriendo a casa de la abuela, pero por el camino se encontró con Guillermo y se dio un susto tremendo, porque Guillermo era un niño que...".

Repetir el mismo cuento Si tu hijo quiere que le repitas una y otra vez el mismo cuento, hazlo. A veces los niños piden que se les cuente un cuento concreto porque presenta un conflicto, un protagonista, una situación ideal, etc. que el niño tiene muy presente en ese momento, por eso aconsejamos respetar la elección que haga del cuento que quiere escuchar.
Para aquellos que quieran profundizar más en el tema, recomendamos leer a Arthur Rowshan y a Sara Cone Bryant, autores que, en sus obras, dan una serie de consejos prácticos para ser un buen narrador.
Esperamos que con estas indicaciones te animes a contar cuentos e introduzcas novedades en tus versiones. Contar un cuento siempre significa compartir momentos de placer y de alegría con tu hijo.

Elena Roger Gamir
Pedagoga
Fuente: http://www.solohijos.com/cuentos/html/cuento.php?idart=23
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