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lunes, 23 de mayo de 2011

Transmitir valores. Nuestra mejor herencia


 Ser padre significa hacer el milagro de traer una criatura a este mundo. Pero, después de ese milagro llega otro, más complicado y batalloso: orientarle, formarle, transmitirle para que encuentre su lugar en el mundo, para que sepa vivir.
La materia prima para que tenga esa salud en la vida son los valores.
¿Valores?
Sí, valores. He aquí una palabra en la que merece la pena detenerse. Como dicen los sabios, solemos estar tan pendientes de lo urgente, que se nos pasa por alto lo importante. “¿Cuándo le toca la vacuna?” “¿Me come bien?” “Hay que buscarle ya una guardería, que nos quedamos sin plaza”.
Valores. Esta palabra tiene algo de religión, de espiritualidad, de sentido del bien y del mal. Y nos hace mucha falta incorporarla a casa, a lo que compartimos todos los días.
Cada día los periódicos nos vienen con una noticia de esas que, cuando las ves, levantas la cara y te preguntas que dónde vamos como sociedad. Anorexia, bullying o pandillas son cosas que se empiezan a instalar en esa generación que estamos formando, la del futuro, la de nuestros hijos.
Los niños cuando nacen son una hoja en blanco. Si en esas hojas están metiéndose cosas tan horribles como esa, es porque no estamos llenando las páginas con valores que lo eviten.
Uno de los males de nuestro tiempo es creer que, como padres, nuestra labor está en asegurarle la comida y la ropa, pero luego, en el resto de cuestiones, tenemos que andarnos con ojo, no vayamos a traumar al niño. La cosa empieza con una falta de autoridad y de seguridad del padre, que piensa al principio que, al fin y al cabo, no somos seres perfectos, así que, ¿con qué autoridad le voy a decir yo al niño que no haga esto o lo otro?
Primero está la inseguridad, que te lleva a negociarlo todo, a medirte, a no propasarte nunca. Luego, como los niños crecen, se ven seguros, y al final nos desbordan por energía. Entonces intentamos cortar, intentamos limitarles, y como no podemos, la inseguridad pasa a impotencia.
Hay que tenerlo claro: con evitar que se haga daño no tenemos cubierta nuestra cuota de restricciones al niño. Es engorroso ver esa cara de fastidio que nos pone cada vez que le decimos que no haga esto o lo otro, pero, para enfrentarnos a ello, los padres hemos ido acuñando generación a generación una respuesta impecable: “Ya me lo agradecerás cuando seas mayor y lo comprendas!”
Tenemos que intervenir. Tenemos que transmitir.
Y tenemos que hacer desde ya. Piensa por ejemplo, en el valor de la seguridad en uno mismo. ¿Por qué esperar a que el niño tenga 18 años para filosofar sobre él? Desde el principio hay un montón de situaciones mediante las cuales podemos írselo transmitiendo.
Que haga él solito la cama. ¡Qué mayor! Que logre ir solo al baño. ¡Estás hecho todo un adulto!
Nuestro día a día nos regala constantemente situaciones en las que, si tenemos claro la orientación que queremos transmitirle al niño, podemos aprovecharla para ir sembrando en él las buenas respuestas que necesita en la vida.
Pero para eso necesitamos una brújula. Conocer la dirección. Definir los valores.
Este debería ser uno de los mejores motivos para hablar de ello en pareja. Hay un buen montón de valores universales que más o menos todos tenemos claro. El respeto a los demás, la honestidad, la ayuda al prójimo... pero todos estos principios y otros más hay que bajarlos a la tierra y ponerlos sobre casos concretos.
Y para ello padre y madre debemos tener las cosas claras. Hablarlas.
Alrededor de los siete años, el desarrollo intelectual de nuestro hijo le empieza a permitir discernir entre el bien y el mal. Si estamos atentos y lo tenemos claro, podemos irle ayudando a formarse una idea de cada una de estas cosas, pero conviene, eso sí, procurar no incidir demasiado en los sentimientos de culpabilidad.
Es una herramienta que tenemos muy a mano, y a la que, debemos de recurrir cuando hace mal las cosas, pero sin pasarse o de lo contrario acabaremos haciendo de él una persona insegura y cohibida. Piensa que cuando hace algo mal, hay una parte de responsabilidad que él tiene (hizo una mala elección) y otra que es nuestra (no supimos transmitirle que tenía que tomar la otra opción).
Otro medio estupendo para transmitir valores es la religión. Antiguamente al doctrina, las parábolas, y las historias mediante las cuales podías aprender donde esta el bien y donde el mal, te venían dadas en clase. Con el paso del tiempo, todas estas cuestiones morales están saliendo del colegio, y la responsabilidad de transmitirla nos ha vuelto a los hogares, a los padres.
La naturaleza también nos ofrece un buen lienzo de historias que usar para enseñar. El agua, por ejemplo, que ahora cae en forma de lluvia, pero luego es rio, océano, y al final, otra vez lluvia. Ahí está la ciencia, el hecho. Pero, con un poco de mano izquierda, podemos utilizar la misma historia para explicarle que, pese a las apariencias distintas, todo es agua, y que con las personas pasa igual: nosotros estamos aquí, los chinos, tan amarillos, están lejísimos, pero todos somos lo mismo, pese a nuestras diferentes formas.
Otra herramienta: el auto análisis. Es muy bueno fomentárselo, desde cualquier edad. Una vez va adquiriendo una cierta noción de lo que está bien y lo que está mal, podemos utilizar ese método que tan bien le funcionó a Sócrates: no decir, no explicarlo todo, mejor ir preguntándole hasta llevarle a que comprenda.
Por ejemplo, pongamos que le pega a su hermana. Ella, claro, viene y nos denuncia la situación. En vez de cogerle y gritarle que lo que ha hecho está muy mal, podemos empezar a preguntarle: ¿tu crees que pegar a tu hermana está bien? ¿no ves que es tu hermana, con la que vas a vivir siempre? ¿no es mejor llevarte bien con ella, para que, cuando estás aburrido, puedas jugar con alguien? ¿te gustaría que te pegara ella, u otro solo porque es más grande? ¿qué te parecería que nos estuviéramos todos pegando, en vez de queriéndonos? ¿qué tenemos que hacer cuando nos equivocamos con alguien?
Tener claro los valores que queremos transmitir y estar atentos a circunstancias como esta nos abrirá las puertas a un nuevo mundo de discusiones y debates.

Fuente: http://somospadres.com/contenido/articulo/8390/valores

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